martes, 26 de febrero de 2008

Erase una vez...

...un mundo poblado por unos seres extraordinarios. Estos seres vivan todos juntos y se comprendían los unos a los otros y no es que poseyeran telepatía sino que se contaban lo que les pasaba. No les importaba "perder" el tiempo escuchando a un igual y eran capaces de ponerse en su posición. No tenían ningún secreto porque jamas se les había cohibido en sus relaciones y compartían todo con todos. Tanto lo que les ocurría, como lo material o sus angustias. Al ser las cosas de carácter público todo el mundo miraba por ellas y todo el mundo arrimaba el hombro por cualquiera de sus congéneres.

Hubo un momento en que fueron muchos, pero esto no hizo que las cosas cambiaran sustancialmente. No hablaban todos con todos, pero con que uno hablara con otro comenzaba una valiosa cadena de comunicación donde todos sabían que ocurría. Así que las cosas seguían siendo importantes para todos y todos se ayudaban mutuamente, pero en el fondo sabían que se ayudaban a sí mismos.

Un día uno tuvo una idea: ¿Y si me contáis las cosas a mi y yo se las cuento a todo el mundo? Como era una sociedad abierta no desprestigiaron la idea de este y la pusieron en práctica. Todo marchó, hasta el día que este cayó enfermo. La gente se preocupo al no saber de sus iguales y comenzaron a hablar los unos con los otros. Al poco tiempo se enteraron que el contador había caído enfermo y no pudo cumplir su tarea.

Entre todos hallaron una solución al problema que se les había planteado, poner a alguien que le ayudara en el trabajo. Lo hicieron y poco a poco siguieron siendo más, llegando el momento en que hubieron de ser muchos más contadores. Los primeros contadores dejaron de contar y pasaron a organizar a los nuevos contadores. Ante posibles inconvenientes los contadores se vieron acompañados de iguales que les protegían y ayudaban.

Con el paso del tiempo, tanto que ya no se acordaban de cuando eran pocos, estos seres fueron cambiando. El que contaba anteponía a los que contaban a los demás. El que organizaba mandaba a los que contaban a donde más le convenía y lo que era peor con lo que el consideraba que debía contar. Así que los que ayudaban a los contadores pasaron a proteger la red y a vigilar al resto.

Contra más conscientes fueron estos seres de lo que les pasaba, más sabían que no iban por el buen camino. Decidieron revelarse contra el que organizaba todo, todos querían ser él y poder gozar del poder. Como todos no podían ocupar su sitio acordaron que entre todos elegirían a uno y que lo irían cambiando cada cuatro años. No se dieron cuenta de su error, con esto tan solo consiguieron una presunta igualdad. Pero dos seres se pusieron de acuerdo para irse cambiando el uno con el otro, por lo que con un pacto siempre acabaron dominando ellos.

Menos mal que en ese momento nacía uno de estos seres. Uno especial que quería a todos los de su especie por igual. Y con una condición muy importante y a la vez asombrosa, recordaba como fue toda esta historia. Así que tarde o temprano se la contaría a uno que a su vez se la contaría a otro que a su vez se la contaría a otros muchos más hasta que todos la supiesen.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me llamo Jesús y soy ateo